“Creo que mi estilo visual es mi verdad sobre el mundo que nos rodea”.
– Aleksandr Babarikin
El fotógrafo bielorruso Aleksandr Babarikin captura la energía única de su ciudad adoptiva, Nueva York, transcribiendo momentos fugaces e íntimos de la vida cotidiana en imágenes cinematográficas profundamente convincentes.
Sus imágenes cautivan de inmediato: tienen múltiples capas, están llenas de movimiento y son ricas en color. Pero más que eso, es la forma en que logra capturar la quietud dentro del caos de la ciudad lo que distingue sus trabajos. Ya sea que congele un momento fugaz de una figura que pasa o que capture una escena tranquila y solitaria en medio del caos de la vida urbana, Babarikin crea un contraste poderoso, encontrando la calma dentro del mundo en rápido movimiento que lo rodea.
Inmediatamente me viene a la mente el trabajo de Saul Leiter, la Color Pionero famoso por las hermosas imágenes que capturó en las calles alrededor de su casa de Manhattan durante los años 50, 60 y 70. Leiter, quien comenzó su carrera como pintor, aportó a su fotografía el ojo para el color, la textura y la composición perfeccionados durante estos años artísticos formativos, creando imágenes que parecían más arte abstracto que arte tradicional. street photography.
No sorprende que Babarikin mencione a Leiter como una influencia clave en su obra. Al igual que Leiter, Babarikin se inspira profundamente en la pintura, en particular en el expresionismo y el impresionismo, que dan forma a sus composiciones fotográficas.
“A menudo intento recrear la pintura en la fotografía, como si quisiera darle una nueva forma al mundo que nos rodea”, explica, hablando de la forma en que traduce el mundo que ve a través de su lente en algo más fluido, más interpretativo.
“Encuentro algo gratificante en esto; tal vez este otro mundo alterado sea mi lugar seguro”, continúa, sugiriendo que, al igual que el propio trabajo de Leiter, su fotografía no se trata solo de documentar la realidad, sino de remodelarla, encontrando belleza y significado en los lugares y momentos más inesperados.
Una de las imágenes más impactantes de Babarikin muestra a un hombre mayor tomando café en una cafetería. El hombre, perdido en sus pensamientos y mirando por la ventana, está envuelto en capas de reflejos del mundo exterior. Es cautivador y hermoso, un momento tranquilo de reflexión en medio del frenesí de la ciudad exterior y, aunque las diferencias son notables, al menos para el arte del autor, trae a la mente una de las imágenes más icónicas de Leiter, una rara fotografía tomada fuera de su ciudad natal, Nueva York, que muestra a una mujer sentada afuera de un café. Café parisino.
Nacido en la región de Kaliningrado en Rusia y criado en Bielorrusia desde los 5 años, Babarikin se mudó a la ciudad de Nueva York cuando era un adulto joven, y fue aquí donde su práctica realmente se transformó. La ciudad, sinónimo de street photography, ha dado forma al género desde sus inicios y continúa brindando una inspiración infinita para Babarikin.
“No elijo realmente un lugar. Salgo a caminar espontáneamente por la ciudad y a explorarla. Suelo caminar por las mismas calles e intento encontrar algo nuevo, bien escondido”.
Su equipo es sencillo: dos cámaras compactas, una Fujifilm y una Leica, combinadas con unos cuantos objetivos diferentes (35 mm y 50 mm). Pero el verdadero arte de Babarikin reside en la forma en que manipula el objetivo. Siempre está experimentando con objetos colocados delante de la cámara para distorsionar y alterar su percepción del mundo. Ya se trate de un cristal, una tela o incluso un tarro, su capacidad para transformar lo que tiene delante en algo más es lo que ayuda a dar a su obra su calidad de otro mundo, de ensueño.
Aunque la ciudad es su musa, en ocasiones sus imágenes capturan entornos más serenos. Cuando se “aburre de la ciudad”, se retira a la naturaleza, a menudo al valle del río Hudson, un lugar a solo dos horas en auto de la ciudad, pero un mundo aparte. Estas imágenes, que a menudo presentan figuras borrosas, brindan un marcado contraste con las escenas frenéticas de la vida urbana. Sin embargo, conservan la misma calidad cautivadora y onírica de sus paisajes urbanos, resonando profundamente en los espectadores y quizás evocando diferentes significados o emociones según el observador.
“Simplemente hago lo que siento”, dice. “Intento fotografiar algo que sea inalcanzable pero que también sea identificable”. Y esa es la clave de sus trabajos: habla de algo universal, captura momentos que todos experimentamos pero que rara vez nos detenemos a observar. Ya sea una figura silenciosa en una calle concurrida o un segundo fugaz de la vida en la ciudad, sus fotografías nos invitan a reducir la velocidad, reflexionar y sentir el pulso del mundo que nos rodea.
Todas las imágenes © Aleksandr Babarkin