"Anarene”, del fotógrafo español Mikel Bastida, explora poéticamente el profundo impacto de las narrativas cinematográficas en la configuración de los paisajes y realidades físicas de Estados Unidos.
Nacido en Bilbao en 1982, Bastida ha tenido durante mucho tiempo un profundo interés por la historia y el cine, los cuales le sirvieron de inspiración para su primera monografía.
"Anarene" se refiere a la ciudad del norte de Texas que aparece en la adaptación cinematográfica de Peter Bogdanovich de 1971 de la novela de Larry McMurtry, "The Last Picture Show". La obra maestra en blanco y negro de Bogdanovich retrata a un grupo de adolescentes a medida que alcanzan la mayoría de edad a principios de la década de 1950, en una ciudad que está en decadencia tanto cultural como económicamente.
Anarene era un lugar real, o al menos lo era. Fundada en 1908 a partir de un pequeño asentamiento texano del siglo anterior, la ciudad prácticamente desapareció a mediados del siglo XXI y asestó su golpe final cuando el ferrocarril dejó de pasar a principios de la década de 21. Bogdanovich rodó su obra maestra en Archer City. Situada a solo 1950 millas al sur de donde una vez estuvo Anarene, se convirtió en la encarnación de la ahora ciudad fantasma, décadas antes de que desapareciera.
Utilizando esto como punto de partida, Bastida pasó ocho años documentando los lugares “que el cine ha dejado atrás”: ciudades, calles o edificios inmortalizados en la pantalla grande. Ahora, aparentemente congelados en el tiempo, simbolizan una América que alguna vez existió pero que, en muchos sentidos, todavía existe fuera de las áreas cosmopolitas, más urbanizadas y prósperas del país.
“Anarene”, representa individuos y objetos olvidados cuyos stories perduran en la periferia, atrapados en un tiempo y un espacio que les han sido arrebatados. Personas y lugares que permanecen mucho tiempo después de que las cámaras se alejan, abandonados tanto en sentido figurado como literal. Bellamente presentadas en impresiones de alta calidad y complementadas con convincentes anécdotas de Bastida, las imágenes de formato medio son crudas, pero al mismo tiempo sensibles y hermosas: retratan personas y lugares tal como son: reales. humano.
Las imágenes revelan una América devastada por su narrativa, un país consumido por su propia leyenda. El paisaje se transforma en un testimonio de la influencia del cine, narrando historias de lugares aparentemente insignificantes valorados no por lo que son sino por su relevancia histórica.
En el ensayo bellamente escrito que concluye el libro, Eduardo Momene escribe: “Quizás todo en el cine y la fotografía estadounidenses es poesía, donde todo lo real del mundo es meramente materia prima para construir la ficción –esa impostura– que expresa la experiencia por la cual Las palabras, las del mundo prosaico, no sirven”.
Lo que Bastida ha logrado en “Anarene” es darle valor a estos lugares más allá de su papel como meros escenarios de películas y reconocer a las personas que los habitan. Es una pieza de cine poderosa y cautivadora. visual storytelling, que lleva la misma esencia melancólica que la película de Bogdanovich: un homenaje a un Estados Unidos que vive en medio de los restos de su propia imagen idealizada.
Todas las imágenes © Mikel Bastida cortesía de Redacción RM
Anarene está coeditado por Editorial RM y Comunidad de Madrid y está disponible